En los últimos 12 meses, la imagen de España ha quedado tocada. Muy tocada. Es algo que saben y reconocen políticos, diplomáticos, analistas y expertos en comunicación. El discurso público sigue consistiendo en negarlo, y el mantra del Gobierno de Pedro Sanchez es que desde junio se están dando los pasos que antes no se habían dado y que el resultado es diferente. Pero lo cierto es que no.
Más de una docena de fuentes, españolas y europeas, consultadas en las últimas dos semanas apuntan con claridad a un deterioro, una herida abierta que no deja de supurar, sobre todo tras las últimas manifestaciones de distintos miembros del Ejecutivo, respecto a los posibles indultos a los líderes del procés o su planteamiento favorable a terminar con su prisión preventiva.